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Licitaciones “a medida”, una traba para la innovación

Tomé esta definición de internet, sobre lo que es una licitación:
Una licitación es una forma de contratación usada por el Estado para adquirir productos, servicios, concesiones, etc. Puede ser pública o privada.
El pliego de licitación es una lista que contiene los requisitos para ser parte de la licitación, el bien, la obra, servicio, etc. del cual se trata, el plazo, etc. Una vez finalizado el plazo se abren los sobres públicamente y se otorga a quien ofreció mejores condiciones.
Gana la licitación quien haya ofrecido el mejor precio y calidad, en la privada el procedimiento es parecido, pero solo se participa a algunas empresas o personas que están inscriptas en una lista preexistente
.

“Gana la licitación quien haya ofrecido el mejor precio y calidad” es donde me voy a detener.

Es posible mejorar productos cuando se plantea una condición de base o punto de partida (debe cumplir con las normas IRAM xyz o la que fuere, debe tener una calificación IP64, debe trabajar con baja tensión, utilizara luces de led, etc., etc.), pero la condición fundamental es que también debe haber un objetivo estratégico, que debe ser inalcanzable, para dejar abierta la puerta a los planteos de calidad que permiten superar lo que existe (el rendimiento, comodidad, seguridad para el operario, costos operativos, etc.), incluso a la norma.

Por el contrario es imposible mejorar algo si se toma al punto de partida como si fuera el objetivo (luminaria tipo “ZX”, productos deben trabajar únicamente equipamiento marca “YZ”, debe ser de aluminio, o de ABS inyectado con carga de cobalto, el calzado debe tener una punta de acero, el protocolo de comunicacion debe ser compatible con el de la firma YY, etc., etc.).


Una licitación estatal debería, por su capacidad de compra, marcar un momento clave para la innovación, pero muchas veces esta se limita a lo que establece, quien redacta un pliego, desperdiciando toda una oportunidad.

Analicémoslo con un caso hipotético:
Se presenta un pliego para licitación que pide un producto del tipo marca “Y” cuyas descripciones coinciden muy sospechosamente con todo el know how de la empresa que fabrica el producto marca “Y”.

Quienes ven que es un buen negocio participar, van a invertir en hacer un producto muy parecido, cuando no igual, que no agregará nada nuevo y cuyo negocio se agotará en esa licitación.

En términos de negocio, debe ser parecido a inhalar nafta. Puede estar muy bueno, pero hace daño.

En ese preciso momento se está tirando a la basura una oportunidad de cambio, de mejora que no solo hubiera afectado a las empersas, sino tambien a la sociedad. Se podría haber hecho más liviano, más rendidor, sin mantenimiento, más seguro, más cómodo, de mayor autonomía, de menor costo, y cuantas cosas más.
Esto a su vez podría haber abierto nuevas puertas a nuevos mercados por la sola innovación, posibilidades de exportar, de tomar más gente para trabajar, o solamente de mantener los puestos de trabajo. O podría haber empezado a sentar precedentes de matrimonios empresa-agentes de innovación. O tal vez desarrollar capacidades locales para generar productos altamente competitivos.

Pienso que esta situación puede tener 3 orígenes:
1º la falta de capacidad técnica para definir aspectos cualitativos de una necesidad;
2º la falta de visión estratégica, en la que las decisiones se tomen teniendo en cuenta a todos los participes sociales, pero fundamentalmente al usuario/cliente/ciudadano/consumidor o como quieran llamarlo.

3º Intencionalidad...

Contra el primero, algo se puede hacer: capacitar, delegar en personas con perfil de capacidad adecuado; contra el segundo y el tercero, rezar (pero no para agradecer) y/o esperar.

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